domingo, 1 de febrero de 2009



El deseo nos fuerza a amar lo que nos hará sufrir.
Marcel Proust


no ungiré tu trazo sempiterno
liado al hábito de mis finitos

exhorto en el canto de elipsis, rocío soberbio

que sonríe por no orar,
que no se lamenta por profanar,

encadenado instinto arcaico en voz
el advenimiento mágico de la verdad parida
entre realidad y deseo

alzo por altar un abismo
entre mi delirio y tu gala
al centro del laberinto onírico
tu sien coronada por sortilegios de pavana