sábado, 28 de agosto de 2010

un cuadro... de un cuadro... de un cuadro



“en todo caso había solo un túnel
oscuro y solitario… el mío

Ernesto SÁbato


desde el sonido danzante de la acequia, hambreada por llegar al ventanal que parecía sostenerse de las grietas de las murallas blancas de adobe, dejando atrás el calorcito con aroma a manos de abuela, en crujidos ascendentes, para sostener el temor con los brazos abiertos y los ojos cerrados, esperando el momento que la caída abrazaría el balcón y mis pies descalzos

capturo de vuelta el salón, retablo de un ayer lejano, al lado derecho del sillón, el viejo pastor alemán me ignora en un majestuoso gesto, como posando su retrato; a la izquierda un perchero empolvando un sombrero alón en tono verde grisáceo, amenazando con tapar el dorado envejecido del cuadro oscuro, que enmarcando el rostro enajenado de aquel hombre oscuro, conforman una brutal grieta histórica en mi vertiente púrpura.

en sus grandes ojos ausentes, se contenían los verdes poblados de jardines en laberintos de rosales, destinados a matizar el código humano, trazado por el tiempo en cada uno de estos reflejos sin nombre, retrato y pincel eran parte del repertorio perturbado de la Colonia El Peral… desde sus ojos deshojaré algunas crónicas de un olvidado “Open Door”[1] de donde curiosamente, no vi a nadie salir… no íntegramente al menos…

[1] Hospital Psiquiátrico / Puerta Abierta

No hay comentarios:

Publicar un comentario